¡Hola a todos y a todas!
¿Qué tal este último día del puente de todos los Santos? Espero que os lo hayáis pasado en grande y que hayáis podido descansar y poder leer mucho. Debido a que finales de este mes de Noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el lunes 25, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su total erradicación, en los próximos dos blog's hablaré sobre literatura que habla de este tema.
Hoy os hablaré de varias autoras que tuvieron que usar un pseudónimo, masculino, para que su obra pudiera ver la luz. Porque escribir no encajaba entre los intereses que se les atribuía a las mujeres. Mejor dicho de otra manera, porque la historia se empeñaba en ocultar a estas mujeres que, nada más y nada menos, querían escribir libros y publicarlos. Y, por supuesto, ser leídas. De hecho, aún a día de hoy nos sorprende descubrir la pluma detrás de ese libro que hace un montón de tiempo leímos y que creímos que era de un autor, cuando en realidad se trataba de un pseudónimo y que detrás de éste hay una mujer.
Por eso mismo, hoy quiero recordar exactamente a todas esas mujeres que empezaron a abrir el camino para las futuras generaciones. Mujeres que, a pesar de todas las barreras que las ponían para ocultarlas de la sociedad, buscaron una forma de elevar su voz y ser escuchadas a través de historias preciosas que contienen una potente y gran crítica social. Sus palabras son un total reflejo de injusticias y anhelos. Por eso, hoy, y a mi deber creo que siempre, debemos recordar estos nombres que quedaron ocultos en los libros para reivindicar sus obras y legado.
1. Charlotte Brontë.
Cuando una joven profesora decide, ilusionada con los poemas que había escrito, enviar su mejor material a un referente de su época, el poeta Robert Southey, y pedirle su opinión sobre si creía que aquellos eran poemas dignos de ser publicados era, por aquel entonces, 29 de diciembre del año 1836.
Al cabo de unos tres meses, le llegó esa respuesta tan esperada. Pero no era la respuesta que esperaba y no porque calificara negativamente su material, porque aquello pareció algo irrelevante a ojos de Southey, quién centró toda su respuesta en otros aspectos. Esta respuesta decía: ''La Literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer, y no debería ser así''.
La profesora no se dejó vencer por la gran hostilidad de su colega y decidió publicar igualmente, bajo un pseudónimo. Tal fue el éxito de ese pseudónimo que hoy conocemos a aquella profesora como uno de los grandes referentes de la historia de la literatura. Ella es, ni más ni menos, que Charlotte Brontë.
La audacia y el talento de Charlotte solo sería equiparada por su constancia. El mayor éxito literario de esta autora fue Jane Eyre, pero no solo sería reconocida como una de las mejores novelistas británicas, sino también como una de las mejores voces poéticas.
¿Cuál fue el pseudónimo bajo el que publicó su obra? Currer Bell. Manteniendo la inicial de su nombre auténtico.
2. Amantine Aurore Dupin.
En los libros firmaba como George Sand. Bajo este pseudónimo se encuentra una mujer con un fuerte carácter, una mujer que en una época de grandes y marcadas normas sociales se atrevía a vestir ropa de hombre y que no renegó de la literatura pese a que no fuera ''cosa de mujeres'', como decían en aquel entonces.
No sólo fue escritora, sino que también fue periodista y revolucionaria. Su primera novela vería la luz en el año 1831 y la escribió junto a Jules Sandeau, de quién habría tomado el apellido para crear su alter ego literario: George Sand.
Bajo ese nuevo nombre, Amantine Autore Dupin publicó Indiana, su obra más famosa, publicada en 1832. También escribió y publicó Léila, El compañero de Francia, Consuelo y Los maestros soñadores, críticas culturales o textos políticos. Fue una autora muy prolífica y una voz muy destacada en su época.
3. Matilde Cherner.
Matilde Cherner fue una intelectual republicana, de ideas progresistas, que comenzó publicando en periódicos locales y que no dudó en escribir sobre asuntos bastante polémicos en su época como, por ejemplo, la educación de la mujer, su acceso a la universidad, la prostitución o la monarquía.
Se incursionó en la literatura bajo el pseudónimo de Rafael Luna y su obra más conocida se titula Ocaso y aurora. Escrita inicialmente como serial para la prensa, esta novela versa sobre la monarquía y el patriotismo y muestra las consecuencias de los acontecimientos históricos en la vida privada de sus personajes, especialmente en los femeninos.
Otras de las obras que salieron de su pluma fueron Novelas que parecen dramas, en 1877; Las tres leyes, 1878; María Magdalena: estudio social, publicado en el año 1880. También hizo obras de teatro y su notable Juicio Crítico sobre las Novelas Ejemplares de Cervantes.
Como Amantine Autore Dupin, Matilde también fue periodista.
4. Mary Anne Evans.
Se presentaba al mundo literario como George Eliot y fue una de sus mayores figuras de finales del siglo XIX. Con Mary Anne Evans se cerraba el trío canónico de las letras inglesas de la época, junto a Henry James y Joseph Conrad.
Mary Anne Evans fue también una autora prolífica y publicó obras como Adam Bede, El hermano Jacob o El vuelo descubierto.
La novela Silas Marner no es la más famosa de la autora pero nos ofrece los temas y motivos que fueron más representativos en el universo literario de ''G. Eliot''. Se trata de una novela completamente psicológica, llena de emoción y complejidad aún teniendo un argumento en esencia sencillo, pero que la autora utilizará para poder describirnos con gran maestría la sociedad rural inglesa del siglo XIX. Un total ejemplo de la más pura literatura clásica.
5. Cecilia Böhl de Faber.
La literatura de Böhl es considerada por la crítica como el vínculo entre tres puntos, que son: el costumbrismo, la novela romántica y el realismo. Aunque su papel tuvo que ser ocultado tras la fachada del pseudónimo masculino Fernán Caballero. Este alías formado por dos nombres masculinos lo adoptó de la población del mismo nombre existente en Ciudad Real. Aunque Cecilia pasó buena parte de su vida en España, su verdadero origen y sus mismos recuerdos de su infancia se encuentran en los países de Suiza y Alemania.
La Gaviota es la obra más famosa que tiene. Es la historia del triunfo y la desgracia de una joven dotada de una bellísima voz, Gaviota, que logra un éxito rotundo en los escenarios de la capital de Madrid y de Sevilla y se enamora de un torero, cuyo trágico final es morir en la plaza. Bajo ese armazón argumental, los temas que trata Cecilia Böhl en su novela son el costumbrismo, el abandono de la tradición y la vida campesina en pro de una vida mucho más cómoda. Un retrato completo de la sociedad española en pleno siglo XIX.
Un dato bastante curioso es que Cecilia no se decidió a publicar su obra hasta que se hubo enviudado por tercera vez consecutiva y su precariedad económica fue tal magnitud que se vio empujada a probar suerte en la literatura.
A día de hoy, La Gaviota es una obra clásica de la literatura costumbrista.
6. Sidonie-Gabrielle Colette.
Volamos hasta Francia, porque Colette es una de las musas de la literatura francesa del siglo pasado, el siglo XX, siendo más conocida en los círculos literarios con el nombre de Gauthier.
Eran pocas las mujeres que eran aceptadas en la época en la Academia Goncurt. Colette llegó, incluso, a presidirla aunque, sin embargo, sus inicios no fueron fáciles que se diga. Aunque escribía desde joven, no llegó ni siquiera a usar un pseudónimo porque su primer marido la suplantó y sus textos aparecieron firmados con el nombre de su primer esposo: Henry Gauthier-Villars, ''Willy''.
Con el paso del tiempo, le vino el justo reconocimiento y llegó a presidir la Academia Goncurt y a recibir la Legión de Honor francesa, siendo la única mujer escritora en conseguirla.
Para conocer más sobre esta gran figura de la cultura francesa, es altamente recomendable leer El fanal azul, sus memorias. Un libro plagado de sabiduría, herencia de una mujer que había acumulado un profundo y gran conocimiento de la condición humana.
7. Mary Shelley.
Su nombre va indiscutiblemente ligado, sin llegar a dudas, al de Frankenstein. Este relato significó el nacimiento de una de las criaturas más famosas y más importantes del universo del terror y que aún hoy en día sigue siendo parte de nuestro imaginario colectivo.
El nacimiento de este personaje no es, cuanto menos, interesante. Era mayo de 1816 cuando Mary Shelley veraneaba en Villa Diodati, junto al lago Ginebra, en compañía del poeta Lord Byron, el joven médico John Polidori y de su futuro esposo, el poeta Percy Shelley. Una noche decidieron hacer una competición de historias terroríficas y de la pluma de Mary salió la criatura que hoy todos conocemos: Frankenstein.
El relato nacía de un sueño que la escritora había tenido lugar la noche anterior y que decidió aprovechar para ganar ese reto literario. Y vaya si lo ganó, porque después de aquello lo publicó bajo autoría anónima y triunfó. La sociedad de aquel entonces dio por hecho que un relato tan terrorífico no podía haber sido por Mary Shelley, sino que tenía que ser la pluma de su esposo Percy Shelley la que se encontraba tras aquel relato tan horrendo.
Desde luego, que todas estas escritoras de las que he tenido oportunidad de hablaros hoy en este blog ponen de manifiesto que la literatura sí puede ser asunto de la vida de una mujer y que, desde luego, así debería ser y haber sido siempre en toda la historia literaria. Todas y cada una de ellas tienen una voz y un mensaje que transmitir, porque aunque se las intentaran silenciar y aunque tuvieran que usar pseudónimos para poder expresarse, hoy sabemos que ellas fueron las que escribieron esas obras tan célebres. Hoy sabemos que no necesitamos más pseudónimos para escribir, gracias a su gran lucha.
Pues esto es todo por hoy. Como siempre, espero que os haya sido interesante el blog de hoy y os leo si queréis compartir en comentarios a más escritoras que han usado pseudónimos para poder publicar sus espléndidas obras. ¡Nos vemos dentro de dos semanas!
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